sábado, 5 de marzo de 2011

No es la droga, sino su prohibición, la que destruye la sociedad

Interesantes apreciaciones del profesor Huerta de Soto sobre el tema de las drogas desde una óptica libertaria.

sábado, 8 de enero de 2011

La inversión y el proceso de civilización

El ser humano como animal con el privilegio de poder razonar se distingue de los demás seres del planeta por ser el único que transforma los elementos que tiene a su alrededor para mejorar su nivel de vida facilitando sus acciones diarias. Por ejemplo, si un hombre primitivo tuviera que conseguir carne de un animal salvaje para poder comer, al principio tendría que intentar cazarlo con sus propias manos, pero más adelante se daría cuenta de que si toma una rama de árbol, la lima y le saca punta la puede emplear para cazar esos mismos animales sin tener que acercarse y arriesgar su vida en una lucha cuerpo a cuerpo.
Todo este proceso de hacer funcionar el cerebro para tener una mayor comodidad se produce porque el hombre al actuar espera conservar los frutos de su acción. Es un derecho natural que le corresponde, ya que si estuviera obligado a compartir los beneficios con otras personas que no participaron en la acción, le restaría incentivo para trabajar y seguir su proceso de civilización.
Desde esos primitivos hombres llegamos al presente con un grado de avance tecnológico que nadie se hubiera podido imaginar tan solo 50 años atrás. Ese proceso se fundamenta en altas tasas de ahorro que se usan para inversiones en bienes de capital. Esos bienes de capital son los que nos dan la posibilidad de vivir con más comodidad, y cuanto más ahorro haya disponible para inversión más se bajarán los costos de producción lo que harán a los productos de consumo cada día más accesibles a un mayor número de personas.
Es aquí dónde entran en juego el negativo impacto que producen los impuestos, sobre todo los progresivos, al quitar tasas de ahorro para inversión y destinar partidas para bienes de consumo con la famosa "redistribución de la renta".
De lo que se trata, es que los trabajadores se ubiquen en los puestos más alejados del consumo, lo que hace que se necesiten personas cada vez más capacitadas y mejor formadas para la fabricación de unos bienes de capital con cada vez mayor tecnología.
Esta es la fórmula para el proceso de civilización, lo que nos diferencia de los animales que sólo consumen durante toda su vida mientras que nosotros evolucionamos para disponer de cada vez más cantidad y variedad de productos. Es esto lo que los "redistribucionistas" se niegan a entender, ahogando cada vez más a la gente trabajadora a la que se le niega la oportunidad de desarrollarse y mejorar su calidad de vida.